domingo, 29 de abril de 2018

BERTHA VON SUTTNER


Tras leer la entrada del blog de nuestra profesora sobre la escritora pacifista Bertha Von Suttner, os dejaré a continuación una pequeña reflexión sobre las guerras, aquello que nuestra protagonista luchaba por disolver; pero antes conoceremos juntos datos importantes de la biografía de esta escritora.

En 1905 se entregaba el cuarto Premio Nobel de la Paz de la historia. La galardonada fue Bertha von Suttner, una mujer entregada en cuerpo y alma a la defensa del pacifismo. Hija de una de las familias austriacas con más tradición militar de Viena, Bertha rompió con aquella existencia, se casó en secreto y vivió penurias económicas. En París trabajó brevemente para Alfred Nobel con quien estableció una profunda relación de amistad que duraría años. La vida y el ejemplo de Bertha von Suttner, autora de la obra cumbre del pacifismo ¡Adiós a las armas¡, le sirvió como inspiración a Nobel para crear su reputado premio. El primero de todos, el de la Paz, abrió el camino a una larga tradición de reconocimientos a la labor humana, científica, económica y literaria. Y la primera mujer en iniciar dicha tradición fue Bertha von Suttner.

Bertha Felicitas Sophie nació el 9 de junio de 1843 en Praga, entonces parte del Imperio Austro-Húngaro en el seno de una familia de militares. Bertha fue la hija póstuma del conde Franz Kinsky von Wchinitz und Tettau, mariscal de campo del Imperio Austro-Húngaro y su esposa Sofía Wilhelmine. Ya desde su nacimiento recibió el título de condesa de Kinsky y vivió rodeada del lujo de la corte. Recibió una esmerada educación de la mano de un tutor personal, aprendió varios idiomas y viajó en múltiples ocasiones. Pero aquella vida de lujos y tranquilidad económica terminaría cuando su madre ya no fue capaz de mantener el elevado ritmo de vida que la corte exigía. 
 En 1873 empezó a trabajar como institutriz en casa del barón Karl von Suttner donde se hizo cargo de sus cuatro hijas. Su estancia con los von Suttner solamente duró tres años. Bertha se había enamorado del hermano mayor de las chicas, el conde Arthur Gundaccar von Suttner. El barón no sólo se opuso porque Bertha tuviera siete años más que Arthur. La joven, a pesar de pertenecer a la aristocracia, poco podía aportar a aquel matrimonio, aparte de su título.
En 1876 el barón von Suttner invitó a Bertha a dejar su cargo de institutriz de sus hijas. Fue entonces cuando, casualidades del destino, Bertha encontró un anuncio en el periódico en el que un caballero adinerado de París que buscaba una secretaria. Aquel millonario no era otro que el químico sueco Alfred Nobel. 
Su trabajo junto a Nobel se redujo a unos pocos días pero que, sin embargo, dejarían huella en ambos. Entre Bertha y Alfred nacería una relación de amistad que se perpetuaría a lo largo de muchos años gracias a las cartas que nunca dejaron de escribirse.
De vuelta a Viena, Bertha y Arthur se casaron en secreto en junio de 1876. La ceremonia llegó pronto a oídos del baron von Suttner provocando su ira y la de la toda la alta sociedad vienesa. Ante aquella incómoda situación, la pareja se marchó a vivir al Cáucaso donde vivirían casi una década sobreviviendo gracias a sus escritos en medios locales.
En 1889 Bertha von Suttner publicó la que sería su gran obra.¡Adiós a las armas!, una novela en la que se relata la vida de Marta, una mujer que sufre el horror de la guerra, se convirtió en un claro referente del pacifismo y su autora en una consagrada escritora y activista internacional.
Bertha von Suttner, luchó por los derechos de las mujeres y estuvo siempre a favor de una Europa unida, participó en citas internacionales tan importantes como la Conferencia de la Haya de 1907. Ya entonces empezaba a intuir la amenaza belicista que sobrevolaba el Viejo Continente. 
El 21 de junio de 1914, dos meses antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, Bertha von Suttner fallecía tras una larga lucha contra el cáncer. 

Tras conocer la labor de esta gran escritora me planteé los motivos por los cuales existen realmente las guerras. Si volvemos la vista atrás hacia nuestro pasado nos daremos cuenta de que la historia de nuestro planeta deriva de continuas guerras y conquistas y, por lo tanto, del ansia humana de posesión, honor y beneficio propio. Estos conflictos bélicos son causados principalmente por causas económicas, político-ideológicas o religiosas, pero yo sinceramente creo que ajena a esas causas la principal razón de las guerras es que muchos no saben vivir y dejar vivir, es decir, la mayoría de ideólogos de los conflictos basan sus logros en los bienes materiales o en ejercer un poder sobre otros más débiles que él y, por lo tanto, ser poseedores de un honor falso, que no les deja ver la realidad del daño que, por ese honor o poder sufren tanto sus defensores como sus opositores durante y tras los conflictos. Bertha buscó durante toda su vida cómo salvarles de esta "ceguera" y demostrarles que la plenitud de nosotros mismos está en cosas ajenas a la vista, que no se pueden conquistar ni dañar, que nuestros mayores logros son el cariño y valor que nos dan y damos a las personas que queremos, y que nuestro mayor objetivo en la vida debe ser ese, pues es mejor ser recordado tan solo por las personas que te admiran y conocen de verdad que ser recordado por ejercer el mal dañando a inocentes por puro egoísmo y un honor que una vez muertos desaparecerá.


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